El problema principal es que por contrato, los arrendatarios del  bar no pueden vender bebidas  alcohólicas (prohibición de la Comunidad de Madrid) y debe cerrar el establecimiento a las 21 horas. Al recibir varias denuncias en el Ayuntamiento por parte de unos vecinos por el ruido que se ocasionaba, se le obligó a cumplir el horario que figuraba en el contrato y los arrendatarios decidieron que entonces nos les salía rentable gestionar el bar. Si a esto unimos que había que hacer una obra para habilitar el acceso para minusválidos por la parte exterior, se decidió construir un nuevo bar junto al campo de fútbol para poder ofrecer un mejor servicio y poder ampliar el horario de apertura y cierre.